Me dirijo a usted, señor papel, solicitando merced
para escribirle, a la antigua,
algunos versos encima.
Con esta pluma tan vieja como mis viejos recuerdos.
Con tinta añeja, prescrita,
que de hastío consumado
dudaba ya en qué rincón, del tintero, hacerse ovillo.
Y también podría añadirle que mi alma alborotada
nunca encuentra su acomodo,
a tenor de las zozobras que arrasan mis inquietudes.
Allá que nos convirtamos en perfectos confidentes
cuando el proceso termine, con más o menos fortuna,
tal vez no le importe a usted
plegarse con cierto orden
y esconderse en un cajón, durmiendo por los anales.
Hasta que algún legatario, de mi muy precaria herencia,
lo despierte a usted del sueño,
a la sazón literario
y arropado por el polvo de tantos lustros vencidos.
Ultraversal 30/09/2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario