Benditas palabras
por ser las voces del cielo
los sonidos del Edén
el verbo de la gloria.
Dichas en el lenguaje de lo próximo
pronunciadas muy rotas
trasportadas por un susurro
hasta nuestros oídos
alumbrándonos el éxtasis una y otra vez
como si fueran ángeles mensajeros de Dios.
Y en ellas nos hundimos
con ellas renacemos
entre ellas nos amamos.
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