Me abruman los poemas que no entiendo
a pesar de leerlos varias veces.
En tantas ocasiones no siento buena parte
de todo lo que quieren expresar.
Densidad discursiva
intrincados lirismos
imágenes veladas, tan sutiles,
son los recios escollos que me atoran.
Se me llenan los ojos de palabras
sin esponjar mis vísceras dispuestas.
No se abren las ventanas de mi compresión
ni consigo envidiar a quien lo escribe.
Pero no voy a exigirle a los poetas
que acomoden su estilo a mi discernimiento.
La subjetividad es más ágil que yo
y acepto ser la cola del ratón
que nunca hace preguntas arriesgadas
por miedo a no saber descifrar las respuestas.
Si soy yo quien compone
procuro resultar inteligible.
Son buenos mis propósitos poéticos.
Mas luego me envilece
alguna ingobernable tentación
y en los ojos me lloran mis palabras
Origen
En demasiadas ocasiones no entiendo bien lo que leo
o es el discurso, hecho maraña, que no se deja.
Se me llenan los ojos de palabras
sin esponjarme víscera alguna
ni permitirme envidiar a quien lo ha escrito.
No me atrevo a exigirle al mundo
que gire a la velocidad de mi entendimiento.
Además me he acostumbrado
a ser la cola del ratón que nunca pregunta.
Puede que tampoco descifrase las respuestas.
Cuando soy yo quien compone
es cierto que procuro hacerlo inteligible
porque son buenos mis propósitos
aunque luego, a veces, me dejo llevar
por algún impulso ingobernable
y en los ojos me lloran unas palabras
que mis vísceras también rechazan
negándome hasta un ápice de la envidia propia.
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