Me gusta que me embargue el olorcillo
de la presencia seca de los lápices.
Amo recuperar ese matiz
sentir como el perfume evoca unos recuerdos
lejanos que creía desterrados.
Cuando abría el plumier
de madera pulida por el uso
y los dos pisos del portaaviones
que la imaginación infantil construía
se vaciaban del aire que alertaba a mi olfato.
Primero deslizando la cubierta
entre las rectas guías de fino ranurado
pivotando después sobre un extremo
para así desvelar la bodega profunda
de aquel navío, llena de fragancia.
Volver a oler recuerdos escondidos
me ayuda a revivir
momentos del ayer.
Ultraversal 18/05/2016
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