Recuerdo el belén de montañas de corcho
que mi padre instalaba canturreando alegre
mientras que yo aprendía diligente a ser niño.
Las toscas figurillas con su aspecto rural
las brillantes lorigas de áspera purpurina
con que me seducían los soldados de Roma
y un variado montón de animalitos
moteando el perfecto decorado.
Mi padre me dejaba jugar con los pastores
sólo si eran los mancos y los cojos
mientras él esparcía arena y musgo
sobre la superficie del campo simulado.
Era al quedarme solo que aprestaba
mis bravos pieles rojas de irreverente plástico
al saco de las quietas gallinitas
antes las barbas mismas del viejo San José.
Ultraversal (EL BELÉN-NACIMIENTO Y LITTLE BIGHORN 19/12/2015)
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