Es grato el reencuentro
con los condiscípulos, tan queridos
como la adolescencia que ayer nos hermanase.
Agrupados en torno a la mesa cordial
prestos a sostener junto al vino de hoy
las cálidas memorias del pasado.
Florecen esas charlas venturosas
reordenando el puzle de aquellos tiempos nuestros
que rescatamos, plácidos y limpios.
Latidos de ternura al contemplar los rostros
que delatan el paso de la vida
y angustian sus historias cuando duelen.
Se sienta con nosotros el recuerdo
de los que se fueron
y del resto ausente, que no quiso estar.
Ultraversal (Reencuentro 17/10/2015)
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