Uno
que quizás fuera poeta
me dijo que se podía ser cualquier cosa
a través de la intención de lo escrito
porque el discurso es el disfraz
de las pretensiones de la razón.
También me aseguró
que los antónimos de humano
son palabra infinitamente más bella
que cualquiera de sus cualidades.
Que ser insecto no es peor
que la presunción de selectiva divinidad
en un Olimpo abismado al nivel de arrabal humilde
y erigido a golpes de ciego raciocinio.
Que por eso
a veces
no le importaría ser la más común de las cucarachas.
Ultraversal 08/01/2016
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